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A veces el amor me hace sentir como una canción triste y hermosa a la vez, llena de notas melancólicas que hacen vibrar mi corazón con una dulzura amarga.
Recuerdo cada uno de sus suspiros, como melodías nostálgicas que me hacen danzar entre la alegría y la tristeza. Su amor me envuelve en un abrazo efímero, pero siempre anhelo más, aunque la melancolía se instale en mis pensamientos y me susurre al oído que no volverá.
A veces me invade una nostalgia que me hace sonreír, porque aunque ya no estés a mi lado, aún puedo sentir el eco de tu amor en cada rincón de mi corazón.
Cuando me sumerjo en la melancolía del amor perdido, descubro que mi corazón es un mar agitado de recuerdos, donde las olas de nostalgia y los susurros de lo que pudo ser chocan sin cesar.
Perdí la cuenta de las veces que busqué tu reflejo en los rincones oscuros de mi habitación, tratando de desenterrar un pedazo de ti entre los recuerdos que se aferran a mi piel. Aunque la melancolía me abrace con fuerza, sigo amándote en silencio, dejando que las lágrimas sean testigos mudos de un amor que se quedó suspendido en el tiempo.
A veces, mi corazón atrapado entre suspiros y recuerdos, se deleita en la melancolía que me provocas, porque aunque nuestra historia quedó en pedazos, siempre guardaré un rincón en mis pensamientos para tus abrazos que ya no siento.
A veces me sorprendo extrañándote incluso cuando estás justo a mi lado, porque el amor y la melancolía van de la mano, recordándome que el tiempo no se detiene y que cada instante contigo es un tesoro que añoro antes de que se convierta en un recuerdo eterno.
Mis recuerdos se enredan en tu sonrisa, mientras mis lágrimas danzan al compás de la melancolía que dejaste en mi corazón.
Aunque el tiempo se empeñe en borrar nuestras huellas, mis recuerdos de ti siempre serán tatuajes de melancolía en mi corazón, recordándome que fue real y que amarte fue el viaje más hermoso que jamás emprendí.