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No sé qué es peor, el vacío que dejaste en mi corazón o la tristeza que me invade al recordar cómo solíamos ser.
En el laberinto de mis sentimientos, me he perdido entre las sombras de un amor que duele más de lo que alimenta. Me abrazo a la tristeza como única compañera, sintiendo el peso de un corazón destrozado y la nostalgia de los besos que ya fueron. La soledad se ha convertido en mi cómplice, mientras sigo buscando una salida en este mar de desencuentros. Aunque mis ojos se llenen de lágrimas, aún guardo la esperanza de encontrar la luz en medio de esta oscuridad, pero mientras tanto, me entrego al dolor de amarte sin poder tenerte.
Aunque me quieras con todas tus fuerzas, mi corazón sigue siendo un eterno viajero perdido en la tristeza, buscando ese amor que nunca llegó.
Me quedé atrapado en un laberinto de tristeza desde que te fuiste, y cada paso que doy me aleja más de la felicidad que solíamos tener juntos.
A veces el amor es como un vaso de agua salada, te deja con sed y el sabor amargo en el corazón. Pero aún así, bebo de ese vaso porque la tristeza de no tenerte a mi lado, es menos dolorosa que no haber probado ni una gota del amor que una vez compartimos.
Me perdí en el laberinto oscuro de tus recuerdos, navegando entre los susurros de un amor que se desvaneció.
A veces el amor es como una melodía triste que no deja de sonar en mi cabeza, recordándome que el corazón también puede llorar.
Aunque nuestras almas se perdieron en un laberinto de tristezas, mi corazón aún late por ti en esta oscuridad eterna.
A veces, me pregunto si el amor es como un agujero negro que absorbe toda la felicidad y deja solo tristeza a su paso, porque desde que te fuiste, mi corazón se siente vacío y mi sonrisa se ha eclipsado en la oscuridad de la nostalgia.