Tú eres el sol que ilumina mi cielo, la melodía que alegra mi corazón y la paz que calma mi alma.
Cuando te miro a los ojos, siento que el universo se detiene por un instante y mi corazón late con la fuerza de mil galaxias.
Eres el suspiro que escapa de mis labios y se funde con el aire, eres la sonrisa que ilumina mi rostro cuando pienso en ti. Tu amor llega a lo más profundo de mi ser, acariciando mi alma y haciéndome sentir completa. Eres el verso perfecto en el poema de mi vida, el sol que siempre brilla en mi cielo. No necesito más que tu amor, porque contigo encuentro paz, felicidad y un amor que traspasa todas las barreras.
En tus brazos encuentro el refugio más cálido para mi alma, donde se entrelazan nuestros latidos y el tiempo se detiene para recordarme que el amor es infinito.
Nuestro amor es como una melodía que se desliza suavemente por mis venas, acariciando cada rincón de mi alma y dejando a su paso una estela de felicidad infinita.
Cuando te tengo cerca, el mundo se desvanece y solo existimos tú y yo, creando un universo de amor tan profundo que llega directamente a mi alma.
Cuando te vi, mi corazón decidió saltarse todos los protocolos y saltar directamente hacia el tuyo. En ese instante supe que nuestras almas se reconocían, susurrándonos: «¡Aquí estoy! ¡Finalmente te he encontrado!» Y desde entonces, cada latido es un recordatorio constante de que amarte es la melodía más dulce que jamás he escuchado.