Cuando aprendí a amarme de verdad, entendí que mi dignidad vale más que cualquier amor que no valore mi esencia.
Soy un jardín de rosas que se riega con el agua de mi propia valía, porque sé que merezco amor en cada pétalo y respeto en cada espinas.
Merezco ser amado/a por completo, sin sacrificios ni renuncias a mi esencia; porque en el amor propio y la dignidad encuentro la fuerza para trascender cualquier obstáculo y brillar con luz propia.
Merezco ser amado de la misma forma en la que amo, con entrega, respeto y lealtad, porque mi dignidad y mi amor propio son mis prioridades.
La única persona que necesita amarme con todo su ser soy yo misma, porque mi amor propio y mi dignidad son mis tesoros más preciados.
A veces me pierdo en el laberinto de la vida, pero siempre me encuentro a mí mismo recordándome que merezco amor sin condiciones y respeto inquebrantable.
Valgo tanto que me respeto lo suficiente como para no aceptar menos de lo que merezco en el amor.
Cuando me miro al espejo, no veo solo mi reflejo, sino a la persona fuerte y valiente que ha superado obstáculos y se ha levantado una y otra vez. En cada cicatriz y en cada arruga, encuentro el testimonio de mi resistencia y amor propio. Porque sé que merezco lo mejor y no aceptaré menos.
Amo cada parte de mí, con todas mis imperfecciones y virtudes, porque sé que merezco ser amado con dignidad y respeto.
No necesito que nadie me complete, porque ya estoy hecho de amor propio y dignidad.
Aunque me duela el corazón, he aprendido a amarme y respetarme lo suficiente como para no conformarme con menos de lo que merezco. Yo valgo la pena y no permitiré que nadie me trate de manera que me haga sentir menos que eso. El amor propio y la dignidad son mis prioridades, siempre.
Hoy me di cuenta de que el amor propio es como un parachoques, porque cuando alguien intenta chocarme con su falta de respeto, mi dignidad se levanta y le dice «no, gracias, aquí no pasas».
Me amo tanto, que no necesito que nadie más me complete. Soy mi propia fuente de amor y dignidad.
Amor propio y dignidad, mis dos compañeros de vida. No permito que nadie me robe la felicidad que con tanto esfuerzo he construido dentro de mí. Soy mi propia fortaleza, mi propio refugio y mi mayor tesoro.
Aunque el mundo intente apagarme, mi amor propio brilla como una estrella fugaz, recordándome cada día que merezco lo mejor y no estoy dispuesto a conformarme con menos.
Amor propio y dignidad, mis fieles compañeros en esta aventura llamada vida. Juntos construimos un escudo impenetrable que me protege de los embates del desamor y la traición. No necesito que nadie complete mi felicidad, porque yo soy la dueña absoluta de mi propia valía.
No necesito que alguien me complete, porque yo soy mi propia obra maestra, y me amo con una dignidad tan feroz que no hay espacio para la mediocridad en mi mundo.
No necesito que nadie me complete, porque ya soy un ser completo. El amor propio y mi dignidad son mi mejor compañía, y eso me hace imparable en el juego del amor.
Aunque mi corazón pueda palpitar por ti, nunca olvidaré el valor que merezco. Porque antes de amarte a ti, me amo a mí misma y preservo mi dignidad por encima de todo.
Nunca fui fan de esperar a que alguien más me complete, porque aprendí que el amor propio y la dignidad son ese combo perfecto que siempre llevo conmigo. Así que, mientras tú descubres tu valor, yo estaré aquí, amándome y respetándome sin pedir permiso.