Tú, mujer casada, eres la tormenta que despierta mis sentimientos más prohibidos, el viento que enreda mis pensamientos y la luz que ilumina mis sueños secretos. En silencio te miro, sabiendo que no puedo tenerte, pero deseándote como si el mundo se detuviera en cada instante que compartimos. Juntos, estamos atrapados en esta maraña de emociones clandestinas, donde nuestras miradas hablan lo que nuestras voces no pueden pronunciar. No pido más que un instante robado a la realidad, para escribir en tu piel el capítulo más intenso de mi historia.
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