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Cuando me pinté la camiseta blanca del Real Madrid, supe que mi corazón ya no latía solo por amor, sino también por los colores de la pasión y la gloria. Desde ese momento, cada gol del equipo es un suspiro de alegría en mi alma, cada victoria una fiesta en mi ser. Porque amar al Real Madrid va más allá de los resultados, es llevar en cada partido la emoción a flor de piel y la esperanza en cada jugada. ¡Hala Madrid!
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