La familia, mi núcleo de amor incondicional y apoyo constante. Un caos perfecto que me enseña que el amor no se mide en palabras, sino en abrazos cálidos y risas compartidas. Son mi mayor fortaleza, mi refugio en los días grises y mis cómplices en las locuras más divertidas. Porque la familia siempre está ahí, en lo bueno y en lo malo, recordándome que el verdadero amor no tiene límites ni condiciones.
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