Eres el faro que ilumina mis días, la brújula que guía mi camino y la melodía celestial que endulza mi existencia. Tu fe inquebrantable es un regalo divino que me llena de esperanza y fortaleza. En cada mirada tuya encuentro la imagen de Dios, y en cada abrazo siento Su amor infinito. Eres mi musa, mi compañera en esta travesía terrenal y mi confidente en las oraciones nocturnas. Gracias por recordarme la importancia de creer en lo invisible y encontrar la belleza en lo más simple. Eres mi ángel en la tierra, y te amo más de lo que las palabras pueden expresar.
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