Me encontraba navegando en un mar calmado, ajeno a cualquier señal de tormenta, cuando de repente, tus ojos aparecieron como dos destellos de amor inesperado. Desde ese momento, supe que mi rumbo había cambiado y que, sin importar las tempestades que enfrentemos juntos, siempre serás mi ancla en este océano llamado vida.
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