Te amé tanto que me olvidé de amarme a mí mismo, y ahora soy un rompecabezas incompleto con todas las piezas perdidas.
Desde que te fuiste, mi corazón se convirtió en un páramo de recuerdos que duelen y lágrimas que brotan sin cesar.
Me encontré en un laberinto sin salida, donde el amor que alguna vez brilló se desvaneció en la oscuridad y ahora solo me queda la tristeza como compañera fiel.
Dejar ir a alguien a quien amas es como soltar un globo lleno de ilusiones, verlo elevarse en el cielo mientras tu corazón se desvanece en la tristeza, sabiendo que nunca volverá a ser tuyo.
Me rompiste el corazón en pedazos, pero aún así te amo en todos ellos.
Siempre supe que amarte sería una montaña rusa de emociones, pero nunca imaginé que el descenso sería tan abrupto y doloroso. Mis lágrimas se convierten en la lluvia que cae sobre nuestros recuerdos rotos, mientras mi corazón susurra tu nombre en silencio, extrañándote con cada latido.
Aún siento el eco de tu voz en mis recuerdos, mientras las lágrimas se entrelazan con la soledad que dejaste en mi corazón destrozado.
Me duele tanto amarte, que mi corazón se ha convertido en un mar de lágrimas y mi sonrisa en un oscuro suspiro de melancolía.
Cierro los ojos y siento cómo se desmorona mi corazón, mientras mis lágrimas juegan al escondite con mi sonrisa.
Perderte fue como perder una parte de mi propio corazón, y ahora sobrevivo con esa herida abierta, recordando lo que ya no podemos ser.
A veces me pregunto si el amor es como un juego de azar, donde apostamos nuestro corazón y esperamos a que alguien apueste por nosotros, pero parece que he perdido todas mis fichas y ya no queda nada más que el amargo sabor de la soledad.
Me quedé esperando a que nuestro amor floreciera, pero solo obtuve espinas en lugar de rosas. Ahora me duele el corazón, pero sé que merezco amar y ser amado de verdad.
El amor, ese triste juego en el que siempre pierdo. Con cada intento, mi corazón se quiebra un poco más. Pero aún así, sigo buscando ese rayo de esperanza que me haga creer que algún día encontraré a alguien que me ame como realmente merezco.
Me quedé congelado en aquellos momentos que vivimos juntos, como un suspiro suspendido en el aire. Ahora mis ojos son puertas cerradas y mi corazón es un naufragio solitario.
Perderte fue como perderme a mí mismo en un laberinto de tristeza, donde las lágrimas se convirtieron en mi única compañía.
Aunque me duela el corazón en mil pedazos, seguiré recordándote con una sonrisa y la esperanza de que algún día encuentres la felicidad que no pude darte.
A veces el corazón se enamora de quien no debe, y mientras me ahogo en sus recuerdos, mis lágrimas escriben versos tristes en mi alma destrozada.
Me arrastré por el laberinto de sus ojos, pero solo encontré espejos rotos reflejando mi soledad.
Perderte fue como perder una parte de mí, un vacío que no puedo llenar con nada más que con lágrimas silenciosas y recuerdos dulces que se desvanecen en el tiempo.