Cuando encontré a mi amor, supe que era una bendición de Dios. Él o ella llegó a mi vida en el momento justo, como si estuviera escrito en las páginas del destino. Juntos caminamos bajo la mirada de nuestro Creador, confiando en que Su amor nos guiará en cada paso de este hermoso camino que decidimos recorrer juntos. Así, en cada abrazo y en cada beso, encontramos la eternidad. Porque en el amor verdadero, somos dos corazones que laten al ritmo del Todopoderoso.
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