Siempre creí que el amor era un sentimiento exclusivo de los «normales», pero me enamoré de una persona con síndrome de Down y descubrí que el amor no entiende de etiquetas ni de limitaciones. En sus ojos encuentro la pureza y la pasión más auténtica, y en sus abrazos siento el calor de un amor sin barreras. Con él aprendí que amar es aceptar a alguien tal como es, y juntos creamos un mundo lleno de sonrisas, complicidad y ternura. El amor no entiende de diagnósticos, solo entiende de corazones dispuestos a amar sin condiciones.
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