Me perdí en el laberinto de tu mirada, sabiendo que no podía llegar a ninguna parte. Nuestro amor, como mariposas atrapadas en un frasco, siempre estuvo condenado a volar en la oscuridad. Y aunque nuestros corazones gritaran en silencio, el mundo nos susurraba que éramos un amor prohibido. Ahora me quedo con los suspiros de lo que pudo ser, y en cada recuerdo triste, encuentro la dulzura amarga de aquellos momentos robados.
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