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Éramos como dos guerreros destinados a amarnos en la clandestinidad, escondiendo nuestros besos en las sombras prohibidas y tatuando secretos en nuestra piel ardiente. Juntos, éramos un amor rebelde, desafiando al destino y desafiando los límites impuestos, porque cuando el corazón elige, no existen barreras que puedan detener el fuego de nuestras almas entrelazadas. Ahora, en silencio, me quedo con el sabor prohibido de tus labios en mis recuerdos, sabiendo que aunque sea fugaz, nuestro amor siempre arderá en la pulsante oscuridad de lo desconocido.
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