Me cautivas en la oscuridad de lo prohibido, con tu mirada que desafía las reglas y tus labios que susurran tentaciones. Eres el hombre que me hace vibrar en lo ilícito, despertando en mí aquellos sentimientos que creía enterrados. En cada encuentro furtivo, en cada risa silenciada, mi corazón se enreda más en el juego peligroso de amarte a escondidas. Tú eres la llama que me consume, el pecado irresistible que me hace arder. Aunque sé que no podemos ser, me niego a apagar este fuego que nos une en la clandestinidad. Eres mi prohibición consentida, mi razón para romper las reglas del amor.
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