Mi perro, mi compañero de vida peludo y leal, me enseñó a amar sin condiciones, a ladrar de alegría y a saltar de emoción. Él es mi confidente, mi cómplice de travesuras y el que siempre está ahí para lamer mis lágrimas cuando estoy triste. En sus ojos encuentro el amor puro e incondicional, y en su lamida encuentro la felicidad más pura. Sin duda, mi perro es el mejor regalo de amor que la vida me ha dado.
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