El amor no entiende de arrugas ni de tiempo. Mis abrazos luchan contra la fragilidad de tu cuerpo, pero mi corazón se mantiene firme y eterno en tu regazo. En tus ojos encuentro la historia de tu vida, y en cada arruga, un recuerdo que me hace amarte más. Juntos, los años se convierten en anécdotas y las canas en hilos tejidos con paciencia y sabiduría. Envejecer a tu lado es un regalo que el tiempo no puede arrebatar.
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