En el dulce caminar de nuestras almas, guiados por un amor inquebrantable, siento que nuestro vínculo es más fuerte que los cimientos del Templo de Salt Lake City. Nuestro amor mormón trasciende todas las barreras y desafía las leyes terrenales, llevándonos hacia la eternidad celestial. Juntos, construiremos nuestro propio altar de amor puro y compartiremos una vida llena de bendiciones eternas.
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