Enseñar, para mí, es como el florecimiento de un amor eterno. Cada día, cultivando mentes y corazones, siento cómo mi pasión por la docencia crece y se multiplica. Saber que puedo influir positivamente en la vida de mis estudiantes me llena de gratitud y alegría. Ser testigo de su crecimiento y desarrollo es el mejor regalo que puedo recibir. ¡Amo ser maestro/a y vivir este romance con la enseñanza!
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