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Nunca fui un detective, pero el amor me convirtió en uno. Me perdí entre las pistas de tu mirada esquiva, los silencios incómodos y las llamadas sospechosas. Quizás seamos dos piezas rotas que intentan encajar en un rompecabezas imposible, pero aún así, mi corazón insiste en investigar, en descubrir la verdad detrás de tus mentiras. Porque aunque sepamos que esto puede acabar mal, no puedo evitar aferrarme a la ilusión de que algún día seré el único motivo suficiente para que dejes de jugar a ser infiel.
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