Cuando la medicina se convirtió en mi pasión, supe que estaba enamorado para siempre. Cada diagnóstico es como un flechazo al corazón y cada intervención quirúrgica es una prueba de que el amor verdadero puede curar cualquier herida. La medicina es mi amante más fiel, siempre dispuesta a sanar y a cuidar, y yo no puedo evitar sonreír cada vez que veo a un paciente recuperarse, porque sé que nuestro amor es poderoso y eterno.
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