Eres mi bendición más grande, el regalo que Dios puso en mi camino. A tu lado siento la paz y la alegría de saber que juntos caminamos hacia la gloria celestial. Mi amor por ti es un reflejo del amor divino, porque en cada abrazo y cada beso encuentro la presencia de Jesús. Eres mi compañero de fe, mi confidente sincero y mi cómplice en el camino a la santidad. Gracias por amarme con ese amor cristiano que trasciende los límites terrenales. Juntos, unidos en oración y amor, viviremos una historia de amor eterno bajo la mirada amorosa de nuestro Padre celestial.
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