Éramos dos amantes desafiando lo establecido, mientras el mundo ignoraba nuestros encuentros furtivos, nuestras miradas cómplices y nuestros susurros prohibidos. En la penumbra de la clandestinidad, nuestro amor florecía como una flor oculta, embriagándonos con la dulce adrenalina de lo prohibido. Juntos vivíamos en un universo paralelo, donde solo existíamos tú y yo, sin importar las barreras que nos separaban. Éramos amantes clandestinos, eternamente envueltos en el misterio de un amor prohibido, pero siempre dispuestos a arriesgarlo todo por esos momentos robados de pasión desenfrenada.
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