Hoy decidí darme amor del bueno, abrazarme en cada imperfección y amar mi propia esencia sin pedir permiso a nadie más. Porque si no aprendo a quererme, ¿cómo espero que el resto lo haga? Me convertí en mi propio romance, en mi más fiel compañía, y me prometo no dejar nunca de cuidar este corazón que late con tanta intensidad. ¡Porque yo valgo la pena y merezco todo el amor del mundo, cariño!
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