Cuando tus labios me susurran secretos al oído, mi piel se eriza y mi deseo se enciende como una llama ardiente. Cada roce, cada caricia, es un juego de fuego que nos consume a ambos en un frenesí de pasión desenfrenada. Juntos somos uno, fundiéndonos en un mar de sensaciones que nos lleva al éxtasis más profundo.
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