En los momentos más oscuros de mi vida, cuando creía que estaba solo y perdido, Dios me envió el amor más puro y sincero. Su amor me abrazó con ternura, iluminó mi camino y me recordó que nunca estoy solo, porque Él siempre está conmigo, cuidando de mi corazón y guiándome hacia la felicidad eterna. Nuestro amor es un regalo divino que nunca dejaré escapar, pues en Él encuentro la paz, la seguridad y la fuerza para enfrentar cualquier desafío. En sus brazos he descubierto el verdadero significado del amor incondicional y agradezco cada día por tener a Dios como el protagonista indiscutible de mi historia de amor.
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