El amor maduro no es un incendio desbocado, es una suave brisa que acaricia mi piel. Es encontrar paz en la rutina, complicidad en las miradas y entregarme sin miedos ni dudas. Saber que siempre estarás ahí, construyendo un castillo de fortaleza y confianza a nuestro alrededor. Juntos hemos aprendido que el amor auténtico no es un arrebato fugaz, sino un crecimiento constante que se nutre de respeto, comprensión y cariño infinito. En tus brazos, encuentro el hogar donde quiero quedarme para siempre.
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