Aunque nuestras miradas se encuentren en la penumbra de la clandestinidad, nuestros corazones se entrelazan en un amor prohibido que duele y a la vez embriaga. Entre susurros furtivos y abrazos pasajeros, me arriesgo a perderme en tus laberintos oscuros, sabiendo que nuestro final jamás será el feliz que merecemos. En cada adiós silenciado y en cada noche solitaria, guardo ese fuego prohibido en el rincón más profundo de mi alma, y sé que, aunque parezca insensato, siempre te amaré en secreto, sin importar las consecuencias que nos acechan.
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